Ikea o el síndrome d'Alí Babá
Alí Babá nunca estuvo en Ikea… ¡de haber estado seguro que le hubiese encantado!
Alí Babá nunca estuvo en Ikea… ¡de haber estado seguro que le hubiese encantado! Añadiendo un poco más de brillo a los artículos, claro está.
El paralelismo que intentamos explicar entre Alí Babá e Ikea es muy sencillo: ambos recopilan muchos “tesoros” de los cuales es imposible escoger el mejor.
La sensación que tenemos los consumidores en las mega superficies de Ikea normalmente es esa: exuberancia. Consiguen saturamos con la cantidad de producto y consiguen que permanezcamos mucho tiempo sobreexpuestos a la presentación de producto debido al gran recorrido. Nos preguntamos ¿Cuál es el mejor articulo? Y la decisión se nos hace costosa.
Es evidente que para ir a Ikea necesitas tiempo, ya que el recorrido no deja resolverse en poco tiempo, aunque te plantees ser el ironman de los clientes. El tamaño de la superficie y la incomprensión del recorrido plantean ya una decisión previa del comprador a entregarse a éste laberinto. Si bien es cierto, que para ir rápido está la compra online. Si te brindas a realizar todo el recorrido, descubrirás que tienes un exceso de estímulos que solo tu límite en la tarjeta podrá parar.
La presentación de producto en masa, técnica que no solo utiliza Ikea, denota una sensación de accesibilidad al producto y de un precio asequible, independientemente del valor económico. Con estas características, la percepción del consumidor es la de que va a ser un producto conveniente.
Si bien todos estos aspectos acercan a Ikea y Alí Babá, hay uno que los separa: la democratización de la decoración para todo el mundo, siguiendo las últimas tendencias a un precio muy accesible.
Realmente Ikea, consigue hacernos sentir que somos consumidores poderosos y con buen gusto.